Shaytaan, con su discurso seductor.
¡En las orejas, vierte su orina!
Les ha desnudado el pudor,
A ritmo de música libertina.
Las mentes se paralizan,
Cautivadas al contacto con el veneno.
Los lazos espirituales se quiebran
Cuando el shaytaan su oración entona.
Su mal masivamente dispersa,
destinado a acompasar nuestra época.
Cuando hace apología del vicio
¡Oh cuántos de sus seguidores se pierden!
Esta voz inquietante y tentadora
Su sinfonía y trampa tiende.
¿Y cuántos descuidados han picado,
en el anzuelo por Iblis lanzado?
Y los que bailan se vuelven lascivos,
por la voz de Shaytaan embriagados.
Cuando sus gestos sugestivos
testifican contra sí mismos, cantando.
Y nuestros jóvenes su tiempo sacrifican,
con canciones que de todo bien les priva.
Cuando se juegan la infernal partición,
y sus cuerpos pierden el control,
los demonios en posesión toman,
sometiéndoles a estrellas que adoran.
Ídolos glorificados a su muerte
de los que aún sus canciones entonan.
Sus palabras injuriosas son vendidas
las historias que contienen, son mentiras.
Entre aquellos llamados cantantes
¿Cuántos realmente han pensado,
sobre los corazones su fatal impacto,
este puñado de indecentes cantos?
Algunos pretenden que en nombre del Islam,
sus serenatas se vuelven lícitas.
¡Qué aporten las pruebas que reclamamos!
Que admitan que Shaytaan les incita,
A violar las fronteras del Haram,
y a todos los límites traspasar.
El Corán, las oraciones matutinas,
y las invocaciones de la noche,
abandonadas en favor de títeres,
celebradas con gritos y ruidos.
¡Qué todos sus instrumentos sean destruidos!
Y guiados los afligidos
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